
Un Amor incomparable
Siempre que pienso en la manera que Dios me alcanzó, invariablemente pienso en su amor. Puedo decir básicamente que su amor me derritió para responder a su invitación. Sé que hablar del amor de Dios en unas cuantas líneas es una tarea difícil, sin embargo, trataré de hacer un retrato a grandes rasgos de aquellas características de su amor que me han impactado en mi caminar con Él, con la esperanza de que en alguna manera puedas identificarte y apreciar un poco más ese amor incomparable con que nos ama. Para ello mencionaré sólo 5 de sus características:
1.- UN AMOR INMERECIDO
El principio básico para apreciar el amor de Dios es entender que es inmerecido, es decir no hay nada en nosotros que obligue a Dios a amarnos. De hecho, su amor proviene unilateralmente como una manifestación de su naturaleza, aún a pesar de nosotros mismos. Considera este pasaje del libro de Oseas:
“Cuando el SEÑOR le habló por primera vez a Israel por medio de Oseas, le dijo al profeta: «Ve y cásate con una prostituta, de modo que algunos de los hijos de ella sean concebidos en prostitución. Esto ilustrará cómo Israel se ha comportado como una prostituta, al volverse en contra del SEÑOR y al rendir culto a otros dioses». (Oseas 1:2).
No sé tú, pero la verdad me cuesta muchísimo trabajo identificarme con Oseas, honestamente no puedo hacerlo, amar y tomar por esposa a alguien que de antemano sé que va a ser infiel, es para mí algo inconcebible. Sin embargo, lo más impresionante de la historia es lo que afirma el Señor en ese pasaje con respecto de su relación con Israel, “Esto ilustrará cómo Israel se ha comportado como una prostituta”. Me quebranta tremendamente cuando leo este pasaje y pienso en mi propia vida, en un sentido tu y yo también somos como Gomer, la prostituta. Quiero pensar que al igual que yo eres consciente de las múltiples ocasiones en que actuamos poniendo por encima del Señor mismo a algo o alguien más, darte cuenta que no hemos sido fieles, que en realidad no hay una razón para ser amados por Él. Sin embargo, es precisamente esto lo que me maravilla de Dios, Él nos ama a pesar de nuestra infidelidad, Él nos ama con un Amor inmerecido.
2.- UN AMOR ETERNO
“Hace tiempo el Señor le dijo a Israel: «Yo te he amado, pueblo mío, con un amor eterno. Con amor inagotable te acerqué a mí.” (Jeremías 31:3)
Cuando el Señor dijo estas palabras a través del profeta Jeremías lo decía en serio, el amor de Dios es un amor que viene desde la eternidad pasada, dado que Dios es eterno y un atributo de su persona es amor, podemos entender que el amor de Dios no fue algo que surgió repentinamente en algún momento de la historia. Dios aún antes de crear al hombre manifestaba su amor, quizá te preguntes ¿Con quién lo manifestaba? La respuesta corta es “En su propio ser”, cuando lees el Evangelio de Juan la frase “En el principio la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.” (Juan 1:1), la frase “estaba con Dios” indica mucho más que un lugar, Juan está mostrando la relación que Jesús la Palabra tenía con Dios el Padre y el Espíritu Santo. El mismo Juan más adelante enfatiza continuamente esta relación durante el resto de su Evangelio. Dios ama con amor eterno, su amor no surgió repentinamente, viene desde la eternidad y dura hasta la eternidad, y eso a mí personalmente me llena de asombro.
3.- UN AMOR REAL
» Pero luego volveré a conquistarla. La llevaré al desierto y allí le hablaré tiernamente. Le devolveré sus viñedos y convertiré el valle de la Aflicción en una puerta de esperanza. Allí se me entregará como lo hizo hace mucho tiempo cuando era joven, cuando la liberé de su esclavitud en Egipto. Al llegar ese día —dice el Señor—, me llamarás “esposo mío” en vez de “mi señor” (Oseas 2:14-16)
En este pasaje a través de Oseas, el Señor nos revela su corazón. Si, Israel lo ha abandonado, pero Él no abandonará a Israel, hará todo lo necesario para conquistarlo nuevamente. El amor de Dios es un amor leal, no se da por vencido con nosotros, nos busca y aprovecha aún las aflicciones o desiertos para hablarnos con ternura, literalmente para conquistarnos. Piensa en las veces que has sentido ese distanciamiento en tu relación con Dios, esas veces que te preguntas si realmente está contigo o no. La realidad es que si alguien se ha alejado somos nosotros, no el Señor. Él está allí siempre hablándonos tiernamente aún en el desierto porque su amor no se da por vencido, porque su amor es leal.
Esta clase de amor está por encima de cualquier novela o película de Hollywood, incluso está muy por encima de mi estándar de amor en una relación.
4.- UN AMOR REDENTOR
“Entonces el Señor me dijo: «Ve y ama otra vez a tu esposa, aun cuando ella comete adulterio con un amante. Esto ilustrará que el Señor aún ama a Israel, aunque se haya vuelto a otros dioses y le encante adorarlos». Así que la recuperé pagando quince piezas de plata, doscientos veinte kilos de cebada y una medida de vino.” (Oseas 2:1-2)
Gomer la esposa de Oseas terminó como esclava, sin embargo, Dios manda a Oseas a que pague rescate por ella a pesar de que le ha sido infiel. Nuevamente tengo que confesar mi asombro con la actitud de Oseas. No sólo se casó con ella sabiendo que le sería infiel, sino que soportó el escarnio de la gente al ver la conducta de su esposa, sin embargo, aún con todo eso cuando Gomer está en su peor condición, va y paga por ella para recuperarla y llevarla de nuevo a casa. Sabes, esta clase de amor está por encima de cualquier novela o película de Hollywood, incluso está muy por encima de mi estándar de amor en una relación. Pero nuevamente vemos que Dios pide esto para mostrar cómo es que Él ama a Israel. Su amor no es pasivo, no sólo se compadece, sino que actúa, de hecho, su amor nos libera. Piénsalo, ¿No es esto lo que Dios hizo por ti y por mí? Cuando estábamos como esclavos, muertos en nuestros delitos y pecados, por su gran amor envió a su Hijo Jesucristo para que nos “Redimiera” y fuéramos a casa con Él. No sé si puedas ver esto, pero en una manera a Dios no le importa arriesgar su reputación, está dispuesto a correr el riesgo de ser despreciado por la gente para redimirnos, para hacernos libres. El amor de Dios es un amor que pagó el precio para que seamos libres ¿Qué más te puedo decir?
5.- UN AMOR PERFECTO
“Oh Israel y Judá, ¿qué debo hacer con ustedes? —pregunta el SEÑOR—. Pues su amor se desvanece como la niebla de la mañana y desaparece como el rocío a la luz del sol.” (Oseas 6:4)
Siendo honesto me identifico tanto con este verso, lo digo con pena pero con sinceridad, muchas veces puedo despertar y “sentir” que amo tanto al Señor, y buscarlo y gozarme y expresar ese amor con otras personas. Pero la verdad es que tengo otros días donde no “siento” lo mismo, donde honestamente no disfruto de la oración y la lectura y en otros casos donde sencillamente ni leo, ni oro ni le busco. Israel y Judá eran como yo, de rachas, de subidas y bajadas donde su amor por Dios se desvanecía rápidamente cuando otros intereses personales aparecían. ¡Qué contraste con el amor de Dios! Él no cambia, no padece de altibajos como nosotros y eso me hace sentir tanta seguridad. Piénsalo, tu buena conducta no produce mayor amor de Dios hacia ti, tampoco tu pecado hace que Dios te ame menos, su amor es perfecto.
Finalmente no sé si he puesto estas ideas en perspectiva, trataré de poner un panorama más claro, Dios te amó desde la eternidad, de hecho esa es la razón por la que fuiste creado, Dios manifestó su amor leal buscándote, llamándote aún en el desierto, fue el amor redentor de Dios manifestándose para tu perdón, tu limpieza y redención y es ese amor perfecto el que se sigue manifestando cada día para darte seguridad y animarte a seguir adelante en el camino de la santificación, mi querido hermano si estás en Cristo eres amado de Dios ¿En dónde más podrías encontrar semejante privilegio?
“Entonces Cristo habitará en el corazón de ustedes a medida que confíen en él. Echarán raíces profundas en el amor de Dios, y ellas los mantendrán fuertes. Espero que puedan comprender, como corresponde a todo el pueblo de Dios, cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor. Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aun cuando es demasiado grande para comprenderlo todo. Entonces serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que proviene de Dios”. (Ef 3.17–19).