
Cada ciudad grande tiene sus hábitos y peculiaridades. En Paris, uno de esos hábitos es la manera en la que esperamos. Por una parte, esto no tiene sentido porque la ciudad demanda un lujo de tener todo listo y a la mano la mayor parte del tiempo, pero por la otra parte, existe una paradoja parisina acerca de la espera.
Una fila de espera no es como la fila común en América. Todos esperan su turno, pero la línea fluye más como agua chorreando por una tubería de desagüe en lugar de ser formal y ordenado. Todos se mueven hacia adelante al mismo paso sin tomar en cuenta quién estaba ahí primero. Las personas esperan en una fila para recibir un servicio de calidad. Así que, un consejo para los turistas: cualquiera que esté buscando un buen restaurante o pastelería solo necesita caminar por el vecindario durante la hora de la comida y ver a dónde van todos. Tal vez tengas que esperar, lo cual para cualquier turista del oriente puede que no sea agradable, pero recuerda, estás de vacaciones; y esta será una comida increíble. ¡Así que disfruta el momento! Aunque a nosotros que vivimos en el área de París se nos ordena esperar, esto va en contra de nuestra naturaleza.
COMO SERES HUMANOS, NO NOS GUSTA ESPERAR.
Nos percatamos de que la impaciencia es la reacción natural hacia la mayoría de las inconveniencias de la vida. Sin embargo, parece ser que es aquí cuando Dios hace su mejor obra. ¿Por qué? La impaciencia es una forma de egoísmo, que al final de todo, puede ignorar las necesidades de otros al ir en búsqueda de la auto-gratificación.
Si Dios nos corrige, es para hacernos más a la imagen de Jesús y para ser más útiles en el servicio a otros. Estas son palabras duras para alguien que vive en una gran ciudad, pero hay esperanza. Yendo más allá, puedo pensar en algunas cosas que el Señor logra hacer en nuestras vidas solamente cuando esperamos, y eso es antes de hablar de la "obra completa" que se menciona en Santiago 1:4-7.
Entre algunos de los proyectos que emprende en nuestras vidas cuando esperamos es cultivarnos en el conocimiento de que Dios es fiel. Creo que cualquiera que haya leído este artículo hasta este punto puede estar de acuerdo con la frase "Dios es fiel." Seguramente lo has cantado y le has agradecido por su fidelidad, y si se te diera un examen de opción múltiple acerca de este tema con las siguientes respuestas: Dios es fiel ( sí, no o depende), todos elegiríamos la respuesta académicamente correcta.
Una cosa es saberlo; es bastante diferente cuando enfrentamos una ruina económica o un evento que nos cambia la vida. Aquí es cuando comenzamos a dudar hasta que vemos el momento dramático o sutil en el que Él interviene en nuestra necesidad de una manera en que sabemos que solo Él podría hacerlo. Nuestro Dios es un Salvador, pero muy a menudo compite con nuestro propio esfuerzo de intentar salir adelante solos.
ESPERAR EN DIOS NOS PERMITE CONOCER SU FIDELIDAD DE UNA MANERA ÚNICA.
Esto me lleva a mi siguiente punto, esperar en el Señor es una actividad. Sé que suena como una contradicción, incluso como un error de escritura. ¿No debería de decir, "Esperar no es una actividad. Es tiempo perdido que no se me regresará"? Si se hace correctamente, esperar es una actividad que requiere trabajo especial que tomará perseverancia. Este trabajo es la oración. Al contrario de esperar el camión o una llamada telefónica, es inútil ver nuestro reloj incesantemente.
NUESTRA ESPERA ESTÁ SIENDO DIRIGIDA POR EL QUE ES ETERNO. ESTO REQUIERE FE POR EL HECHO DE QUE ÉL HARÁ LO QUE DIJO, Y DE AHÍ NACE LA ESPERANZA."
Lo que sucede después es la vida diaria que nos aplasta y agoniza, provocando una conversación con Dios y asegurarnos de que a Él no se le ha olvidado lo que nos prometió. Este es el tipo de oración que crece en el tiempo “muerto” entre la promesa y su cumplimiento. Este es el tipo de oración que nos moldea y nos forma a la imagen de Cristo porque eso es lo que Jesús hizo mientras vivía hasta el momento en el que oró "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu."
SI PODEMOS HABLAR DEL TIEMPO DE ESPERA DE JESÚS, TAMBIÉN PODEMOS HABLAR DE LA COMUNIÓN QUE TENEMOS CON ÉL MIENTRAS ESPERAMOS.
Esta es la vida que Él puso sobre sí mismo. Él nunca hizo algo que no viera su Padre hacer, lo que quiere decir que siempre esperaba a que su Padre le mostrara cómo hacerlo. Nos podemos imaginar que de alguna manera, las cosas pudieron haber sido mas rápidas para Jesús porque no tenía pecado con el cual lidiar y podía escuchar la voz del Padre mucho mejor. Sin embargo, no debemos olvidar que el Espíritu vive dentro de nosotros, permitiéndonos acercarnos, incluso ora por nosotros con gemidos indecibles. Es en los tiempos de silencio mientras esperamos en Él que su Espíritu puede hablarle a nuestro espíritu acerca del trabajo que está haciendo en nosotros, acerca de sus planes, y acerca de muchas otras cosas de las cuales no hubiésemos tenido tiempo en otra situación.
Por último, nos enseña acerca de la renovación de nuestra fuerza, un recurso ilimitado que está disponible para nosotros para el momento en el que estamos vacíos y necesitamos ser refrescados. Justamente como un paralítico puede conocer el poder energizante de Aquél que hace caminar al cojo, así mismo nosotros que estamos cansados y esperando conocer la fuerza del águila en Isaías 40:30-31. La experiencia extraordinaria de volar para la persona que espera en Dios. Sí, es el poder sobrenatural que Él pone a nuestra disposición si le llamamos.
Así que, tal vez esperar en Dios no suene emocionante, pero es una oportunidad de verlo obrar en nuestras vidas de maneras que solo se pueden hacer por medio de la espera. Tal vez es por eso que Santiago dijo que lo consideremos por gozo...