
La unidad es un concepto que se discute a menudo pero raramente se lleva a cabo.
Recientemente, vi un buen modelo.
A inicios de este año, estuve en una junta con varios líderes de eventos cristianos de todas partes del Reino Unido. Ellos representan eventos desde 3,000 a 30,0000 personas en asistencia. Nuestros trasfondos eran diferentes: Pentecostal, Anglicanos, Nuevas Fronteras, Metodistas, Calvary Chapel (esa soy yo, por si tenias la duda), y más. Oramos juntos enfocados en Juan 17, unidad centrada en el Evangelio. Este fin de semana pasado, me junté con líderes de las Iglesias en Wadebridge, Cornwall para su servicio anual de Iglesias unidas. Leímos Mateo 5 y 1 Pedro 2, hablamos de la sal del Evangelio, lo sembrado en nuestras comunidades, y la luz radiante del Evangelio reflejado a través de la iglesia. El gozo del compañerismo Cristiano era tangible.
Mientras escribía este artículo, estaba sentada con 8 creyentes de 7 ciudades diferentes y de 8 iglesias, unidos para servir al nombre de Jesús en el campo de refugiados Calais. Estos 8 representan un verdadero espectro: 3 países, 1 pastor líder, 6 mujeres, 2 hombres, 1 Salvador. Sus oraciones se centraban al rededor del llamado y guía del Espíritu Santo en sus propias vidas y para este viaje. La reunión comenzó con esta cita dicha por mi amigo, Edme Brink: "No te felicites a ti mismo por hacer una diferencia en la vida de alguien, si la diferencia no es eterna." Palabras que te sacuden. Juntos, estos hombres y mujeres se centraron en lo que es eterno. Es correcto y necesario regocijarse en estas reuniones, para celebrar lo bueno y regocijarse por las maneras en las que el pueblo de Dios simplemente está unido...el pueblo de Dios. Como lo escribió el salmista:
“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!”
Amen. En una de estas reuniones, una simple declaración cautivó mi atención: "Deben de existir, claro está, lazos de nuestra unidad." Me tomó por sorpresa. Estaba tan llena de gozo con mis hermanos, con la visión creciente del Reino Unido, con la gran lluvia de ideas al rededor de las tazas de te... (es Inglaterra. Todo sucede al rededor del te), que me rebelé un poco en contra de esta declaración. Lo he estado meditando en mi corazón y en mi mente, y he llegado a la conclusión de que hay verdad y autoridad en esta declaración. Nuestra unidad solo puede venir, fiel y verdaderamente, al rededor del Rey que declaramos. Es fácil citar este versículo: solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Efesios 4:3). Y olvidar que el contexto de la unidad del Espíritu se encuentra en el claro y reconocido Evangelio bíblico de Cristo: “un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.” (Efesios 4:4-6). Nuestra verdadera unidad no es para que nos podamos sentir bien con nosotros mismos. No es para simplemente alegrarnos por la unidad que existe entre nosotros. La verdadera unidad se sostiene de lazo: de Jesucristo, el único Salvador, nuestro Dios, el único Padre, del Espíritu, el único Consolador, de la Palabra de Dios, la única verdad. Punto.
Cuando descansamos en estas cosas es cuando podemos dar un testimonio continuo al mundo que nos rodea. La unidad es algo hermoso. Somos llamados a hacerlo por amor a Cristo, no a nosotros mismos. que nuestras vidas den testimonio de la unidad que se sostiene de una fuerza y de lazos ancladas. “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” (Juan 17:21).