
“Los justos siguen avanzando, y los de manos limpias se vuelven cada vez más fuertes." (Job 17:9).
El 31 de diciembre del 2019, se reportó un grupo de casos de neumonía de origen desconocido en Wuhan, Provincia de Hubei, China. El 9 de enero del 2020, Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades (China CDC, por sus siglas en inglés) reportó un nuevo coronavirus como el agente causante del brote, el cual está relacionado con el síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés). La enfermedad asociada con el virus es referida como la nueva enfermedad coronavirus 2019 (COVID-19).
A partir del 11 de marzo, 2020, se reportaron 118,598 casos de COVID-19 a nivel mundial por más de 100 países. Desde finales de febrero, la mayoría de casos fueron de China, ahora incrementando la mayoría de los reportes de países europeos y Estados Unidos.
El director general de la Organización Mundial de la Salud declaró al COVID-19 como una pandemia global el 11 de marzo del, 2020.
En nuestra situación actual, donde el COVID-19 se está esparciendo rápidamente por todo el mundo y los casos en Estados Unidos y Europa van en aumento en las áreas afectadas, se debe tomar acción específica inmediata.
La velocidad con la cual el COVID-19 puede causar pandemias nacionales, una vez que la transmisión del virus se establezca dentro de una comunidad, indica que en un par de semanas, o incluso en unos días, puede ocasionar la misma situación que vemos en China y en Europa.
No hay vacuna, y hay muy poca evidencia de la eficacia de los posibles agentes terapéuticos. Además, es de suponer que no hay una inmunidad preexistente en la población contra el nuevo coronavirus y toda la población es susceptible.
Las presentaciones clínicas del COVID-19 varía desde no presentar síntomas (asintomático) hasta neumonía severa; un caso severo puede llevar a la muerte. Mientras que la mayoría de los casos (80%) son infecciones respiratorias leves y neumonías, un caso severo del virus y la muerte es más común entre personas de la tercera edad padecientes de otras enfermedades crónicas. Este grupo específico es el que presenta el mayor caso de muertes hasta la fecha.
ENTONCES, ¿CÓMO DEBEMOS RESPONDER?
El riesgo de transmisión del COVID-19 es alto en instituciones de salud y poblaciones vulnerables. El impacto de transmisión en estos contexto puede mediarse con la prevención y control de infección y control de capacidad.
Dada la epidemiología actual, la evaluación del riesgo, y el desarrollo esperado para estos días y semanas, es necesario implementar las siguientes medidas de salud pública para mitigar el impacto de la pandemia:
Debemos ejercer medidas de distanciamiento social para prevenir el impacto de la epidemia y el brote de la misma. Esto puede prevenir la transmisión de persona a persona, esparcimiento, reducir la intensidad de la pandemia y disminuir el incremento de casos, mientras que los sistemas de salud se preparan para atender una mayor afluencia de pacientes.
Debemos tomar tales medidas como:
• Aislamiento de personas que presenten síntomas relacionados o que confirmen la infección del COVID-19.
• Evadir reuniones masivas, tomar en cuenta el tamaño del evento, la densidad de participantes y si el evento es en un lugar cerrado.
• Tomar distanciamiento social en el trabajo y en la escuela (por ejemplo, trabajar desde casa, cancelar juntas o eventos)
• Mantener comunicación con sistemas nacionales de vigilancia que estén continuamente asesorando a la comunidad, con un enfoque particular en los casos de infecciones respiratorias severas.
“¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en su lugar santo? Solo los de manos limpias y corazón puro, que no rinden culto a ídolos y nunca dicen mentiras.” (Salmo 24:3-4).
Como el cuerpo de Cristo, somos llamados a compartir las buenas noticias del evangelio. Nuestras manos limpias representan nuestras buenas acciones, motivadas por un corazón puro y respaldadas por nuestra relación con Jesús– sin ningún otro dios ni ídolo. ¿Que hay en tus manos en este momento? Tal vez están limpias por el gel antibacterial, pero más allá de esto, ¿están limpias de pecado? Revisa tu corazón y pregúntate, ¿Jesús habita en mi corazón? Él llama a la puerta de tu puerta. Jesús pide que reconozcas tu pecado y lo dejes entrar. Jesús es quien te limpia, es el autor de la vida en la tierra y en la eternidad.
Referencias:
2. World Health Organization (WHO). Rational use of personal protective equipment for coronavirus disease 2019 (COVID-19) (March 11, 2020).