
"Estén siempre llenos de alegría en el Señor. Lo repito, ¡alégrense!" (Filipenses 4:4).
¿Qué clase de hombre loco le dice a un grupo de personas que siempre estén alegres? ¿Que siempre celebren en el Señor? El apóstol Pablo era ese tipo de hombre.
¿Por qué les dio esa instrucción? ¿Lo hizo porque su vida era perfecta? Para nada. Pablo les escribió desde prisión (Filipenses 1:7). ¿Fue porque sus lectores tenían una vida perfecta? Para nada. También fueron llamados a sufrir por Cristo (Filipenses 1:29). ¿Lo hizo porque creó una nueva doctrina donde Dios los apartaría del dolor? Para nada. Pablo quería ser partícipe de los sufrimientos de Cristo y ser como Jesús en su muerte (Filipenses 3:10-11). ¿Lo hizo porque vivía fuera de la realidad y era un optimista efervescente? Para nada. Él vio la depravación de la humanidad con gran claridad y sabía que la ira de Dios se revela contra toda impiedad e injusticia (Romanos 1:18; Romanos 1-3; Romanos 3:10).
Sin embargo, Pablo quería que se regocijaran. Su fundador estaba en la cárcel, pero ellos debían regocijarse. La misión global de Cristo se encuentra constantemente en conflicto, pero debemos regocijarnos. La vida con Cristo incluye participar en cargar su cruz, y aun así regocijarnos. El mundo se encuentra roto, apartado del evangelio, y bajo la ira de Dios, pero la iglesia debe regocijarse.
¿Cómo es esto posible? ¿Cómo es que los creyentes, viviendo en un mundo roto y corrupto, rodeados de dolor y corazones rotos, debemos regocijarnos? ¿Cómo es que a las personas que Cristo llama a vivir una vida de sufrimiento debe tener gozo también? (Mateo 5:4)
Aquí hay unas sugerencias para ayudar a los creyentes de la actualidad a regocijarse aun en medio de todo el caos y agonía.
1. REGOCÍJATE CUANDO TE TOMEN POR DIGNO DE SUFRIR DESHONRA POR EL NOMBRE DE CRISTO
Durante los primeros años de la iglesia, cuando comenzó a arder el fuego de la persecución, los apóstoles se regocijaban cuando los consideraban dignos de sufrir deshonra por el nombre de Cristo (Hechos 5:40-41). No eran sádicos, tampoco disfrutaban el dolor físico, pero el ser ridiculizados por causa de Cristo les brindaba un nuevo tipo de gozo.
Los creyentes de la actualidad, estamos viviendo dentro de una conmoción cultural. En el occidente, donde ser creyente era algo tolerado, aceptado y de moda, ahora es considerado deplorable. Te consideran una persona llena de odio, fundamentalista e intolerante. Para ser claro, no debemos de decir cosas tontas que alimenten esa idea. No deberíamos sufrir por nuestras faltas (1 Pedro 2:20) sino que si sufrimos deshonra, que sea por estar aliados a Jesús, porque eso es lo que nos llenará de gozo.
2. REGOCÍJATE CUANDO TE SIENTAS SOLO EN EL MINISTERIO
Elías pensaba que estaba solo. Él pensaba que era el único megáfono de Dios, un hombre solitario con un corazón irreplicable para Dios. Por supuesto que estaba equivocado, ya que Dios le dijo que habían 7,000 que no se arrodillaron ante Baal (1 Reyes 19:18). Fue precisamente en ese momento de soledad que Dios proveyó un ayudante y sucesor poderoso para el ministerio, Eliseo.
Aun así, Elías se sentía solo, y ciertamente habrá temporadas en el ministerio en donde el líder se sentirá aislado. La fatiga y las necesidades que surgen día con día serán abrumadoras. La demanda y los deseos de las personas a menudo estarán en desacuerdo con los mandatos de Cristo y su Palabra. La carne está en guerra contra el Espíritu. Lo mundano se filtra dentro de la iglesia, incluyendo el corazón del ministro. El espíritu de este tiempo está en guerra al reino invisible de Dios. Cualquier obra que esté centrada en Cristo, también vendrá acompañada de fatiga y soledad.
Sin embargo, Elías no estaba solo, y nosotros tampoco lo estamos. Debemos regocijarnos por todos aquellos que no se han arrodillado ante la teología liberal, por aquellos que no se han dejado moldear por las ideologías del mundo, por aquellos que han permanecido firmes en Cristo. Existen muchos alrededor del mundo, quienes han mantenido su integridad y están sirviendo a Jesús con todo su ser. Por ellos nos regocijamos.
3. REGOCÍJATE EN LA OBRA QUE DIOS ESTÁ HACIENDO HOY
En el libro de Esdras, los ancianos se lamentaban al ver los cimientos del nuevo templo. Habían vivido lo suficiente para recordar la gloria y belleza del templo de Salomón, y esta obra nueva era nada comparada con la anterior. No obstante, los israelitas más jóvenes, quienes nunca vieron el templo viejo, se regocijaban al ver lo que Dios hacía en ese momento. Su grito de celebración se escuchaba por todas partes (Edras 3:12-13).
En la actualidad, es fácil replicar el lamento de esa generación anterior que había disfrutado de la gloria. Muchos de nosotros hemos sido testigos del movimiento del Espíritu, y si aún no lo hemos visto, podemos leer acerca de los muchos momentos en la historia de la iglesia cuando Dios obró en el corazón de millones de personas. Si no somos cuidadosos, incluso algunas de las historias registradas en el libro de Hechos nos pueden desanimar si lo comparamos con lo que estamos viviendo hoy.
El creyente astuto puede ver que Dios está obrando. Dios está obrando incluso a través del caos y conmoción. En partes del mundo en donde el cristianismo se reprime y es ilegal, el evangelio se sigue esparciendo. A pesar de que el mundo del occidente está bajo la maldición de la inveracidad, atacando la verdad son sus sistemas de educación, entretenimiento y política, aun así las generaciones jóvenes están trascendiendo por Cristo. Mira a tu alrededor. Encuentra razones para dar gracias, hombres y mujeres que han decidido ir en contra de las corrientes de su cultura están siguiendo a Cristo. Sí existen, así que regocíjate.
4. REGOCÍJATE CUANDO CRISTO TOCA LA VIDA DE ALGUIEN
Cuando Dios salva el alma de una persona, el cielo se regocija (Lucas 15:7, 10). ¿A caso no debería ser igual en la tierra? En los inicios de la iglesia primitiva, cuando sanaron al cojo que estaba en la puerta del templo, él se levantó, caminó, brincó y adoró a Dios. ¿Acaso no deberíamos hacer lo mismo cuando Dios salva a alguien de seguir en el camino de sus errores?
Recuerda, el libro de Hechos redacta detalladamente los movimientos masivos del Espíritu pero también redacta las historias de individuos. El mendigo en el templo, la elección de Esteban y Felipe, el eunuco etíope -- todos ellos tenían una historia que contar. La conversión de Saulo, la visión de Cornelio, el compromiso de Timoteo con la obra de Pablo– todo fue digno de contar por el médico Lucas.
Uno de los remedios más rápidos para la depresión dentro del ministerio es enfocarse en los individuos que componen el entero, en lugar de enfocarse en el entero, el cual está compuesto por individuos.
A veces, la cura para la depresión dentro del ministerio se encuentra en recordar las historias de la gracia de Dios, de las cuales hemos tenido la dicha y fortuna de atestiguar. Al contemplar los nombres y eventos, podemos evadir la neblina que cubre la frustración del ministerio. El Buen Pastor se regocija por la oveja encontrada, nosotros también podremos hacerlo si nos enfocamos en ellas.
5. REGOCÍJATE CUANDO ESTÁS SIENDO TRANSFORMADO MÁS COMO CRISTO
Pablo menciona que nos convertimos como Aquel a quien adoramos. " Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen." (2 Corintios 3:18). Aun así, sentimos que nuestra santificación es muy lenta, los pecados nos acosan, usualmente nos persiguen los mismos pecados de siempre, y cuando reaparecen en nuestra vida, nos puede desanimar de una manera muy abrumadora.
Sin embargo, también hay momentos de victoria. Si has caminado con Cristo y te has sometido, ya no eres quien eras antes. La transformación ha comenzado y cuando alcanzas un momento de victoria, es bueno celebrarlo.
Recuerdo un correo electrónico que me envió un pastor, quien me ha visto obrar en cientas de situaciones. Un día, él vio como alguien se me aproximó de una manera un tanto hostil. En lugar de agitarme, me mantuve con calma, comunicando adecuadamente lo que haríamos (y lo que no). El correo que me envió mi colega pastor trataba sobre esa confrontación. Me aplaudió porque había visto el crecimiento. Tiempo atrás, no hubiera respondido con tanta seguridad, pero, al menos ese día sí perduró la semejanza a Cristo. Al leer su nota, me regocije al ver al grado que el Espíritu ha encaminado mi corazón a la semejanza de Cristo.
6. REGOCÍJATE CUANDO SE CUMPLE UN LOGRO EN EL MINISTERIO
¿Recuerdas cuando Nehemías pasó por alto la muralla de Jerusalén? El proceso de construcción se llevó a cabo en aproximadamente 50 días. La planeación y la oración tardó más, pero aun así fue un proceso rápido. Cuando la muralla fue terminada, aún había mucho trabajo por hacer. Cuando culminó la construcción de la muralla, Nehemías encabezó una celebración. "Conduje a los líderes de Judá a la parte superior de la muralla y organicé dos grandes coros para dar acción de gracias." (Nehemías 12:31).
Tanto en el ministerio como en la vida, siempre hay logros que alcanzar, siempre hay más trabajo por hacer. Por esta razón, rara vez me detengo para celebrar algún logro. Tal vez te sientas identificado conmigo pero es bueno detenerse y regocijarse cuando se cumple un logro, especialmente si está enfocado en Cristo. Personalmente, cuando termino de exponer un libro de la Biblia, cuando escribo un libro, o culmino otro año de servicio en nuestra iglesia, debo detenerme y regocijarme. Estas son pequeñas victorias en el gran panorama del reino de Dios, pero si no las celebramos, la fatiga y la amargura se van a llevar la victoria al final del día.
7. REGOCÍJATE CUANDO DIOS TE ENVÍE EN UNA NUEVA AVENTURA DEL MINISTERIO
Es emocionante ser parte del ministerio. Pablo, un hombre que fue azotado, asaltado y encarcelado muy a menudo por su trabajo del ministerio, agradece a Dios por haberlo llamado: "Le doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor, quien me ha dado fuerzas para llevar a cabo su obra. Él me consideró digno de confianza y me designó para servirlo." (1Timoteo 1:12). A pesar de ser doloroso, el gozo de servir a Cristo sobrepasa por mucho cada dificultad. Son aflicciones leves y temporales en comparación del eterno peso de gloria (2 Corintios 4:17).
Al servir a Cristo, Él toca a nuestra puerta, guiándonos a una nueva temporada de trabajo por amor a su nombre. Tal vez nos llame a un nuevo campo misionero, uno en el que se nos requiera empacar y mudarse, o puede ser tan simple como un ministerio nuevo en tu localidad. Es emocionante emprender un nuevo viaje con el Señor, y debemos regocijarnos por el llamado que ha puesto en nuestra vida."
8. REGOCÍJATE EN LA CRUZ DE CRISTO
Pablo dijo, "No me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para salvación para todo aquel que cree" (Romanos 1:16). Si se secaran todas las fuentes de gozo, la cruz de Cristo es una fuente de gozo inagotable. En todas y cada una de nuestras circunstancias, podemos celebrar lo que Jesús ha hecho por nosotros. Es un pozo profundo con implicaciones eternas y debemos regocijarnos el resto de nuestras vidas.
Nuestra lista de razones para regocijarnos puede ser infinita, pero los puntos mencionados anteriormente son solo algunos de los que me han ayudado en estos años de ministerio. Si batallas para tener un corazón de celebración ante Dios, considera los que mencioné o crea tu propia lista, pero tómate el tiempo para decírselo a Dios. Al agradecerle, regocíjate por la gracia de Dios hacia ti, creo que eso te ayudará a aligerar tu carga. Al igual que Pablo en el calabozo de Filipos, te encontrarás cantando sobre Dios y su gracia.