
La traición es como una sombra y música tensa en una película de terror. Nos llena con ansiedad y nubla nuestras vidas con su presencia. A veces se puede anticipar. Hay señales de advertencia de que puede arruinar una amistad o ambiente de trabajo, pero no siempre es detectable. A menudo la única advertencia puede ser un problema en la comunicación. Tal vez hacemos el esfuerzo y esperamos una respuesta positiva, pero después de un tiempo, el correo que temíamos oscurece nuestra bandeja de entrada. Hacemos un click para “abrir” y leemos... efectivamente...traición.
ESTE ES UNA DE LAS PRUEBAS DOLOROSAS QUE SUFRIMOS COMO CREYENTES, Y HONESTAMENTE, COMO SERES HUMANOS.
La herida que sentimos es proporcional a la cantidad de confianza y amor que invertimos. Cuando nos golpea, estamos atónitos. No como el personaje de la serie de los 60s’s Star Trek que se desmaya en cámara lenta, sin sentir dolor. Nuestras emociones están retorciéndose en el suelo por la pistola eléctrica, pulsando una corriente eléctrica de enojo caliente que fluye en nuestra alma. Es un asunto desagradable, pero lo que sucede a continuación no es casual. Podemos buscar la medicina espiritual que nos completará o permitir que la enfermedad tome el control.
No podemos impedir que la traición suceda más de lo que podemos detener una tormenta En otras palabras, no puedes detener la traición si decides amar a las personas e invertir en ellas. Es verdad que podemos elegir cerrar nuestros corazones. Podemos elegir la posición fría de autoridad o indiferencia que protege el corazón, pero extrañaremos al amor. C.S. Lewis en su cita clásica de Los Cutro Amores lo dice de esta manera:
No podemos impedir que la traición suceda más de lo que podemos detener una tormenta. En otras palabras, no puedes detener la traición si decides amar a las personas e invertir en ellas. Es verdad que podemos elegir cerrar nuestros corazones. Podemos elegir la posición fría de autoridad o indiferencia que protege el corazón, pero extrañaremos al amor. C.S. Lewis en su cita clásica de Los Cutro Amores lo dice de esta manera:
“Amar es ser vulnerable. Ama cualquier cosa y tu corazón será torcido y probablemente roto. Si quieres asegurarte de mantenerlo intacto no debes de dárselo a ninguno, no siquiera a un animal. Envuélvelo cuidadosamente con pasatiempos y pequeños lujos; evita todo enredo. Enciérralo con seguro en el ataúd de tu egoísmo. Pero en ese ataúd, seguro, obscuro, inmóvil, sin aire, cambiará. No se romperá; será inquebrantable, impenetrable, irredimible.”
Así que si tu corazón se ha roto recientemente, llora, haz un buen ejercicio, arregla algo en tu casa. Todo es buena medicina. Dios nos creó como seres emocionales, y demasiado seguido, reaccionamos como si todo estuviera en nuestra mente. Pretendemos como su pudiéramos intelectualizar afuera el dolor o invocar la oración correcta que hará un corto circuito en el lado emocional de Su creación para darnos consuelo espiritual. Hay un tiempo para inclinarse al dolor y permitirte a ti mismo estar de luto. ¿A caso no lloró Jesús? Si puedes, recuerda – tú eliges amar, y la traición que sientes es parte del amor ofendido que invertiste. Esto no es una derrota, no cuando consideramos a Jesús.
En la noche de su traición, antes de que se sentara a cenar con los amigos que lo siguieron por años – Él les lavó los pies. Él lavó los pies de Judas. Incluso al hombre que llamó demonio, quien sabía que lo traicionaría. Él se sentó enfrente de él con una bacinica y una toalla amarrada en su cintura y le lavó los pies. Con sus manos Jesús talló el lodo y con una toalla secó los pies. Jesús hizo sentir a Judas en casa e hizo posible que pudiera comer con todos, incluso el traidor.
esa noche mientras jesús oraba en el jardín, él clamó desde el fondo de su ser.
Sus tres amigos estaban ahí. Ellos dormían mientras Él oraba. No hubo consuelo de su parte, y eventualmente huyeron. Cuando llegó la hora de su arresto, Él estaba sacudiendo a sus discípulos para que se despertaran. Ahí es cuando sucedió. Judas se acercó y besó a su Maestro. Después Jesús hizo algo inconcebible. Lo llamó su amigo.
Mi lado oscuro de generación-X quiere ver la ironía. Él claramente estaba siendo sarcástico, ¿no? No. Este es Jesús, no Stephen Colbert. Yo creo que Jesús lo dijo en serio. Judas era o decía ser Su amigo. Estuvo ahí para alimentar a los miles, fue a la comisión de dos en dos, vio los milagro y acampó en el desierto de noche. Incluso el Salmo 41:9 testifica el hecho de que Jesús lo consideraba Su amigo “Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía,
Alzó contra mí el calcañar.” (Salmo 41:9). Era una parte esencial de su traición.
¿Qué hizo Jesús? Él siguió con el plan de morir por los pecados del mundo. La muerte de Jesús trajo reconciliación para todos lo que creen. Somos reconciliados con Dios por medio de Él.
REGRESAR NUESTRA MIRADA AL EVANGELIO ES UNA MEDICINA AÚN MÁS PODEROSA.
Nos recuerda quienes somos y lo que se hizo por nosotros. Jesús absorbió el ardor de la traición, y nos llama a rendir nuestro dolor a sus pies. Dos minutos después, cuando volvemos a recordar el dolor y nos entregamos a su furor, regresemos a la oración. Eso remueve el veneno en la copa amarga de la traición. Esa es la esperanza que tenemos, ver la amargura completamente removida.
Eventualmente, recordaremos que nosotros también somos más culpables del mismo pecado de lo que nos gustaría reconocer. Es hasta vergonzoso escribir estas palabras pero a menudo me he encontrado en una diatriba de lo que alguien mas ha hecho y después me doy cuenta que yo soy igual de responsable. Así que el Señor me hizo buscar la reconciliación. Ahí es cuando se hizo una obra profunda en mí. Esta es la medicina sanadora de la santificación, el Espíritu trabajando en mí, dándome el deseo y la fuerza para arreglar las cosas. La traición arde, pero nadie es completamente inocente. La reconciliación sana, y es una de las bendiciones que podemos disfrutar, gracias a lo que el Señor ya ha hecho.