
La vergüenza es una experiencia común para toda persona en el planeta. Charles Darwin, de una manera clásica y materialista, definió a la vergüenza primordialmente con términos de su expresión física: bajando la mirada, agachando la cabeza, sonrojándose y una postura floja. Sin importar de qué cultura sea una persona, estas son señales universalmente aceptadas de esta condición universalmente experimentada. Para aclarar de lo que estamos hablando, nos ayudará diferenciar entre vergüenza y culpa. La diferencia se ha establecido apropiadamente de la siguiente manera: “la culpa es el sentir que mis acciones están mal. Vergüenza es sentir que yo estoy mal.” Es interesante que aún cuando una persona niega culpa sobre ciertas acciones, el sentir vergüenza es mucho más difícil de escapar. Una persona puede negar completamente la existencia de los “estándares morales”, y aun así pueden ir por la vida con un sentir de “no estoy en lo correcto”. ¿De dónde viene la vergüenza?
El tema de la vergüenza surge por toda la Biblia. La vemos desde el comienzo. En el jardín del Edén, Dios creó a Adán y Eva. Génesis. 2:25 dice que ambos estaban “desnudos y no se avergonzaban”. Pero en el capítulo 3 caen en pecado, desobedecen a Dios y de repente, hay un cambio. El primer resultado que leemos después de que comieron del fruto prohibido es que “fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.”
El primer resultado mencionado del pecado es la vergüenza. Este fue el resultado directo del pecado. No fue solo pensar que su acción estaba mal. Ellos pensaron que ellos estaban mal y tenían que esconderse, así que se hicieron delantales. Cuando Dios llama a Adán, Adán dice, “Tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.” Ellos no simplemente limpiaron sus bocas del jugo del fruto prohibido para esconder su acción. Sino que intentaron esconderse. Esto es vergüenza, no solo culpa. La vergüenza es el temor de que "alguien me verá como realmente soy y me rechazará porque soy asqueroso/a". Se dieron cuenta, en un sentido real, que ellos mismos no estaban bien ni en lo correcto. Y su reacción inmediata fue hacer un delantal, una manera de esconder su propia vergüenza. Piénsalo: ¿Había algo pecaminoso en el hecho de que estaban desnudos? Solo Adán y Eva estaban ahí, un hombre y su esposa. ¡No! El problema no era su desnudez. Sino que su vergüenza los llevó a intentar esconderse. El acto de cubrirse a sí mismo como una expresión de vergüenza es algo muy conocido por todos nosotros, aun cuando esa vergüenza no tiene nada que ver con una causa directamente física.
La imagen de la desnudez como una ilustración de vergüenza permanece por toda las Escrituras. Esto es esencialmente algo que asociamos con la vergüenza. Casi todos hemos tenido la pesadilla en la que llegamos a la escuela y se nos ha olvidado ponernos pantalón y estamos ahí parados en nuestra ropa interior o desnudos y todos se están riendo de nosotros y nos estamos muriendo de la vergüenza. Aún si no has tenido ese sueño el concepto es tan ubicuo que es seguro que lo has visto en una o dos películas. Pero al igual que la imagen de la desnudez como vergüenza en las Escrituras, cubrir la desnudez de uno mismo es la imagen de cubrir la vergüenza.
Tratar de Sanar Nuestra Propia Vergüenza
Ahora, en el sentido de que somos personas pecadoras y caídas, la vergüenza es apropiada.* Deberíamos de tener un sentir de que no somos como deberíamos de ser, ¡Porque no somos como deberíamos de ser! ¡No fuimos creados para existir en una condición de pecado y alejamiento de Dios! Pero al mismo tiempo, es imposible vivir contantemente en vergüenza. Nos conducirá a la desesperación y a la depresión. De hecho, en algunos casos, el pensamiento horripilante y consciente de la vergüenza es tan fuerte que puede empujar a una persona al suicidio. Así que intentamos “sanar” nuestra vergüenza de una de estas dos maneras:
1) Cosemos hojas de higuera para nosotros mismos. Esto es, intentamos esconder nuestra vergüenza debajo de aquello que hemos hecho con nuestras propias manos. Incluso si negamos sentir culpa sobre alguna acción específica, si tratamos de justificarlo o incluso si una persona niega la existencia de estándares morales, aun así vamos por la vida intentando cubrir nuestra vergüenza por medio de obras y logros. Intentamos cubrir lo que somos y lo que hacemos. Esto puede ser con logros en los negocios o riquezas, quizás en popularidad, relaciones, sexo, o inclusive en logros religiosos y devoción. Sentimos que no estamos en lo correcto en cierto nivel e intentamos cubrirlo con el trabajo de nuestras manos. Pero no funciona.
Piensa en la historia en el Edén. Si las hojas de la higuera realmente hubieran cubierto su vergüenza, ¿por qué se escondieron Adán y Eva en los arbustos después de que se hicieron sus delantales? Se vuelve obvio que, a pesar de que intentaron lidiar con su propia vergüenza por medio de sus logros, no funcionó. Si hubiera funcionado estarían de pie en medio del jardín con confianza. Cualquier logro que tratemos de usar para cubrir nuestra vergüenza, nunca van a funcionar. Solo empeoramos las cosas. Estos son (por lo menos) 2 grandes daños al coser tus propias hojas de higuera. Primeramente, es una solución muy temporal. Las hojas de higuera se secarían rápidamente y Adán y Eva tendrían que renovar sus hojas constantemente. En Segundo lugar, Si alguna vez has sentido una hoja de higuera, sabes que se siente como una lija. Aquí te va una imagen mental: ropa interior de lija. ¿Crees que era cómodo? No. ¡No fueron hechas para cubrir!
Cuando una persona intenta cubrir su inherente sentido de vergüenza, su “no estoy en lo correcto” con cualquier logro, no dura por mucho tiempo. Ese sentir temporal de alivio de la vergüenza pronto desaparecerá, como toda hoja de higuera, y tendrás que encontrar otro delantal. Por eso una persona, por así decirlo, que usa bienes materiales para enmascarar su vergüenza tiene que seguir comprando más. Las hojas viejas se secan. Por eso la persona que utiliza relaciones románticas para enmascarar su vergüenza tiene que seguir consiguiendo más, cambiando de parejas, etc. Segundo, sin importar de qué has hecho tu “delantal” la vergüenza comenzará a irritarte y terminarás odiándolo, ¡Porque no fue hecho para cubrir tu vergüenza! Por eso las personas que intentan usar a sus familias para cubrir su sentir de vergüenza terminan dejando a sus familias, o aplastándolas bajo reclamos pesados y resentimiento. Es por eso que las personas que utilizan deberes religiosos para cubrir su vergüenza a menudo albergan un leve desprecio por Dios y son muy irritables. Con lo que sea que estés tratando de cubrir tu vergüenza ahora, con lo que sea que estás tratando de enmascarar tu sentir de “no estoy en lo correcto”, puedes estar seguro de que no durará mucho tiempo y terminarás odiándolo.
2) La segunda manera es pretender que no estás desnudo. Para lidiar con la vergüenza, algunos intentan simplemente negar la existencia de la vergüenza, jactarse de su equivocación. Pero la realidad es que, aún las personan que teóricamente niegan un sentido de vergüenza al final terminarán actuando en base a ella. Tal vez pretendas que no estás desnudo, pero si sales en el invierno, te darás cuenta que sí lo estás. Un ejemplo en nuestra cultura aquí en Ucrania es el “matrimonio por el derecho consuetudinario”. Gente dice que no es nada vergonzoso vivir juntos y tener sexo fuera del matrimonio. Sin embargo llaman a las personas con las que están viviendo en fornicación “esposo/a”. ¿Por qué hacer eso? Si en verdad no es vergonzoso, ¿por qué intenta la gente cubrirlo con el título que da el matrimonio? La verdad es que podemos negar la vergüenza todo lo que queramos, pero aún estará ahí y actuaremos en base a ella.
Es un hecho que las personas nunca pueden cubrir su propia vergüenza, sin importar el éxito"
Sanando Verdaderamente de la Vergüenza
Así que, aquí va la pregunta: ¿Cómo se puede sanar la vergüenza? ¿Cómo podemos deshacernos de ese sentir de “no estoy en lo correcto”? Si no podemos cubrirlo con logros personales y no podemos pretender de una manera efectiva que la vergüenza no existe, ¿estamos condenados a vivir con un sentir de verguenza? ¡No!
Ahora veremos cómo se sana la verguenza. Regresemos a la historia del Edén. Adán y Eva habían cosido para sí mismos hojas de higuera para cubrir su verguenza. Pero después Dios vino y los llamó. Cuando Adán le confesó que se había escondido por su verguenza y desnudez, Dios le pregunta, “¿quién te enseñó que estabas desnudo”? “¿Has comido del árbol?”. Una vez que Dios les había traído convicción de pecado, pronunció el resultado de pecado en la condenación, y mientras Adán y Eva se iban del jardín, Dios sacrificó un cordero para cubrir la vergüenza de ellos. Pero aquí hay algo en lo que tal vez no pensamos: para poder aceptar el cubrimiento de vergüenza de parte de Dios, para aceptar su sanidad de vergüenza, ellos se tuvieron que quitar sus hojas. Tuvieron que pararse frente a Él desnudos en la realidad de su vergüenza, sin esconderla, sin negarla, sino confesándola. Solamente así Dios pudo cubrir su vergüenza.
Es un hecho que las personas nunca pueden cubrir su propia vergüenza, sin importar el éxito. Esto es porque el lugar en donde sana la verguenza es tanto en la desnudez como en el cubrimiento. Sanar la verguenza es que alguien te vea con toda tu vergüenza, conocerte tal y como eres, y después cubrirte tu verguenza. La sanidad comienza cuando Dios te dice “Te veo tal y como eres, veo tu vergüenza, te acepto y cubro tu vergüenza.” No es solamente cubrir, sino que Él te cubrió, sabiendo cómo eras al descubierto.
Bueno, esta es una hermosa historia para Adán y Eva, pero ¿acaso nosotros contamos con tanta suerte para que Dios ofrezca cubrir nuestra verguenza? ¡SI! La otra condición que necesitamos reconocer en esta historia es que para cubrir la vergüenza de Adán y Eva, el cordero tuvo que perder lo que lo cubría a él, tuvieron que arrancarle la piel. Tuvo que morir. Por supuesto, un animal no puede sanar realmente la vergüenza profunda de pecadores caídos. Era una promesa que algún día el Cordero de Dios, Jesús, vendría a sanar nuestra vergüenza. Su piel fue arrancada con un látigo romano. Él fue colgado completamente desnudo, cargando con nuestra culpa, ante la multitud que lo ridiculizaba. Él perdió el delantal de su honor y bendición y fue rechazado por el Padre en la cruz. Ese fue el precio de la verguenza. Pero al hacer esto, nos ha dado su delantal: las ricas vestiduras de su justicia. Si nos quitamos nuestras hojas delante de Dios, nos paramos espiritualmente desnudos delante de Dios admitiendo que “no estamos en lo correcto”, abrimos nuestra vergüenza hacia Él, no escondiéndola ni negándola, entonces Él nos cubrirá con la justicia de Jesús, el Cordero de Dios. Él nos verá tal y como somos y aun así nos aceptará y cubrirá. Ahí es donde encontraremos la verdadera sanidad para nuestra verguenza. Él declarará, “Tú eres justo”.
Esto es lo que significa ser "justo": estar bien delante de Dios. Es por esto que la Biblia puede prometer con denuedo, “Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.” (Romanos. 10:11) es con este sacrificio del Cordero de Dios en la mente que Isaías escribe en el capítulo 61, “En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.” Aquí también vemos que no somos vestidos con vestiduras simples, tampoco en su justicia en un sentido genérico, sino que las vestiduras de la salvación son un vestido de novia. En Apocalipsis 19 en el regreso de Cristo vemos a la iglesia, aquellos que han recibido a Cristo, y dice, “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.” Cristo no solamente sana nuestra vergüenza sino que nos viste como su novia en su justicia. La vergüenza es el temor de que alguien me verá como realmente soy y me rechazará porque soy asqueroso/a. El Evangelio es la seguridad de que Dios nos ve tal y como somos y aun así nos acepta porque Él es hermoso. El Evangelio sana la verguenza.
* Existe una "vergüenza ilegítima" la cual no es el resultado de nuestro pecado, sino del pecado de otros contra nosotros, ya sea humillación, abuso físico y/o sexual, etc. Esta vergüenza no es nuestra "culpa", no obstante tenemos que ver que en Cristo este tipo de vergüenza también puede sanar.