
LO QUE TODOS NECESITAMOS
¿Estás viviendo con un sentir de culpa y sin esperanza? El alivio y esperanza que todo ser humano necesita solo se hace nuestra cuando creemos en a lo que la Biblia le llama Evangelio. La palabra “evangelio” simplemente significa “buenas noticias”. El Evangelio son las buenas noticias de que a pesar del pecado y de la imperfección, todas las personas pueden ser perdonadas, restauradas y aceptadas por Dios por medio de la fe en Jesús.
El mensaje del evangelio no comienza con los humanos sino con Dios. Al principio de la historia, Dios creó los cielos y la tierra. Todo lo que Dios creó era absolutamente perfecto. Aunque todo lo que Dios creó fue inicialmente bueno, sabes que ahora las cosas son muy diferentes en el universo. En donde la armonía, la paz y seguridad alguna vez impregnaron el mundo natural, deterioro y devastación ahora son los que reinan el mundo. Donde la paz, aceptación e igualdad alguna vez caracterizaban las relaciones humanas, conflicto, explotación y dominación ahora son experiencias diarias para todos.
¿POR QUÉ EXISTE LA CORRUPCIÓN Y EL CAOS?
¿Cómo se infiltraron la corrupción y el caos a nuestro universo? La respuesta es “pecado”. El pecado es la causa de nuestra necesidad del perdón y la restauración que brinda el evangelio. El pecar es violar los mandatos de Dios en nuestros pensamientos, voluntad, o acciones. El término que se traduce como pecado en la Biblia es un término utilizado en el tiro con arco que conlleva la idea de fallar al blanco o al objetivo. En cuanto a la moralidad y la santidad, el blanco al cual fuimos creados para atinar es un estado de una completa perfección moral. Tanto la Biblia como la experiencia humana revelan que toda persona quedamos cortos en darle al blanco de moral perfecta y santa. Ninguno de nosotros llegamos cerca de honrar perfectamente a Dios en todo lo que hacemos. En la Biblia Dios dice de la raza humana que, “todos pecaron, y están destituidos de la Gloria de Dios…” (Romanos 3:23 RVR1960). Si somos honestos, nuestra experiencia diaria de una vida normal comprueba que la descripción que la Biblia da de nosotros es verdadera.
El momento en que nuestros primeros padres humanos, Adán y Eva pecaron, ellos experimentaron una corrupción espiritual radical. En ese momento tan trágico abrieron un portal proverbial por el cual el pecado, la muerte y descomposición que este trae, fueron permitidos entrar a nuestro universo. Como descendientes espirituales de Adán y Eva, todos nos volvimos pecadores por naturaleza y por elección.
No podemos enojarnos con Adán y Eva por el hecho de que compartimos de sus consecuencias del pecado. En respuesta a la tentación, todos hemos pecado individualmente contra Dios en pensamiento, palabra y hecho. Todos los días pecamos por omisión al no hacer el bien que deberíamos, al igual que por hechos de comisión al hacer aquello que no debemos. Ningún humano irá al infierno o experimentará la eternidad sin Dios principalmente por el pecado de Adán y Eva. Nosotros somos responsables por nuestros propios pecados. Específicamente, somos responsables por creer o no el evangelio y recibir o no el remedio de Dios por nuestros crímenes espirituales.
Pero ¿por qué iniciar la explicación de las Buenas Noticias del Evangelio hablando de nuestro estado pecaminoso? La razón es porque no podemos entender que tan maravillosas son las Buenas Noticias del Evangelio a menos que primero entendamos las malas noticias de nuestro pecado y culpa. Cuando comprendemos lo mucho que necesitamos el perdón que Jesús ha proveído, entonces podremos entender que tan lleno de gracia es Él, y que tan asombroso es el hecho de que podemos tener una manera de ser aceptados por Él.
CÓMO EXPERIMENTAR EL PERDÓN, ESPERANZA Y SANIDAD
Si estás sintiendo el peso de la culpa y condenación, ¡hay Buenas Noticas para ti! Ya que Dios no solamente es justo sino lleno de amor, ¡Él ha ejecutado un rescate por ti! Dios vino al mundo como el hombre Jesucristo. Él vivió una vida perfecta por ti, murió en tu lugar por tus pecados en la cruz, y resucitó de la muerte. Él ha prometido perdonar los pecados del pasado, presente, y futuro de todos los que confían en Él. Él ha prometido convertirte en una nueva persona de adentro hacia afuera. Él elige ver solamente la justicia de Dios cuando te ve a ti por el resto de tu vida, en tus mejores y peores momentos si le pides a Jesús que te perdone y que te haga parte de Él. ¿Cómo es esto posible? Porque, como Pablo escribió en 2 Corintios 5:21, “Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado, para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo.” (NTV)
¿QUÉ PASA CUANDO CONFÍAS EN JESÚS COMO TU SALVADOR?
- Fe en Jesús te salva de una vida sin Dios (Lee 1 Pedro 3:18).
- Fe en Jesús te salva de tormento eterno en el infierno (Lee Romanos 5:6-9).
- Fe en Jesús te salva de ser excluido del pueblo de Dios (Lee Juan 3:3; Hechos 2:41 y 47).
- Fe en Jesús te salva de una vida insaciable (Lee Juan 4:7-14)
- Fe en Jesús te salva de una vida con falta de verdadero poder para cambiar (Lee Juan 7:37-38; 2 Corintios 5:17; Gálatas 5:22-23)
- Fe en Jesús te garantiza una liberación futura de toda experiencia de dolor, sufrimiento y muerte (1 Corintios 15:35-58)
¡EXPERIMENTA EL PERDÓN, RESTAURACIÓN & UNA NUEVA VIDA AHORA!
La Biblia dice que experimentar el perdón y comenzar una relación con Dios es tan simple como confiar en Jesús y confesar tu fe en Él. La promesa de Dios para ti es, “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” (Romanos 10:9 RVR1960)
Si estás listo para conocer a Dios y recibir su perdón, aquí hay una sugerencia de oración que puedes usar para expresar tu corazón hacia Él:
Padre, entiendo que soy culpable y estoy roto. Creo que tu Hijo, Jesús, murió por mis pecados, que resucitó y vive hoy. Estoy poniendo mi confianza en Él para el perdón de mis pecados y restauración de mi relación rota contigo. Perdona mis pecados. Lléname con tu poder para comenzar a vivir una vida para ti. Basándome en mi fe en la vida, muerte y resurrección que Jesús logró por mi, creo que tú me has aceptado como tu hijo para siempre. En el nombre de Jesús oro.
Amén.